Las izquierdas se diluyen en una Europa desgastada por Beatriz Talegón

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Las elecciones europeas han captado, probablemente, una atención que hasta ahora no tenían. La situación internacional nos ha conectado durante los últimos años como nunca antes había sucedido. 

La pandemia, las guerras, las crisis económicas nos han globalizado. Sobre todo, como ya sabemos, para mal. Pero quizás, algo pueda rescatarse y eso sea que hemos acercado la realidad de otras latitudes, incorporándola más en nuestro día a día. 

El destrozo que estamos viviendo se debe, única y exclusivamente, a decisiones políticas. O, mejor dicho, a decisiones tomadas, aparentemente, por políticos. Ese es, al menos, el relato que la gran mayoría ha querido asumir, y es mediante el cual se sustenta la convivencia. Un pacto social que mantiene la aparente calma mientras nos torean a cambio de vivir “tranquilos” y “seguros”. 

Un susto de vez en cuando permite que les cedamos, sin rechistar, nuestras libertades y derechos más sagrados. Y así es como esto se convierte en “jauja”. Nos quedamos sin lo que es de todos y, con el dinero de todos, llenamos las alforjas de intereses privados que se dedican, fundamentalmente, a perjudicarnos. 

Si no aceptamos este juego, se nos monta una revolución, le ponen algún colorcito, nos dan pistolas y nos empujan a matarnos entre nosotros. Así de fácil, así de ruin. 

Se suponía que existían fuerzas políticas que, de una manera o de otra, apostaban por proteger nuestros intereses. Por protegernos de lo que, dicho sea, ellos habrían fomentado. 

Y han mantenido su rumbo, de manera unánime y sin oposición, empujándonos de cabeza a cada una de las catástrofes. 

Y ojo, que mientras lo hacían, destrozando nuestras economías familiares, nuestra salud, nuestra relativa tranquilidad, nos han estado robando, timando, y mintiendo. Con sus mascarillas, sus test, sus productos; con sus ayudas inexistentes y sus timos de la estampita. 

Estamos alucinando para pagar la hipoteca, el aceite, la luz, mientras el dinero de la ciudadanía ha ido a parar a farmacéuticas y armamentísticas como si no hubiera un mañana. 

Para hacerlo, por supuesto, no se han ceñido en lo más mínimo a las leyes que deben ser los primeros en cumplir. Y han arrasado con la agricultura, con la ganadería, con el medio ambiente, con la salud y también, con la seguridad. 

Básicamente, estas elecciones le han costado un precio a todos los que han estado gobernando durante las continuas catástrofes. 

Y de manera especial, a la familia de los socialdemócratas. 

Los ganadores han sido fundamentalmente partidos de derecha y extrema derecha. A Macrón y al primer ministro belga ya se los han llevado por delante. 

Sunak, que veía venir el tsunami, y aun sin participar en estos comicios, se ha adelantado y ha convocado unas elecciones que le revaliden. 

La clave está en que vienen tiempos nuevos en Europa, que ya estaba claro que vendrían. 

En España el PP ha sacado más votos que el PSOE. Se mantiene la dinámica en comparación con las últimas generales, siendo el mejor resultado para el PP desde el 99. 

Vox se fija como tercera fuerza, y los demás quedan en la distancia. 

Si sumamos los bloques, la derecha le saca unos cuantos puntos a la izquierda. 

Y entre esos grupos de la izquierda, entre un Sumar y un Podemos ya agonizantes, la coalición de Ahora Repúblicas, formada por ERC, EH Bildu, y BNG ha mantenido sus escaños. Pero no por ello deja de ser una fragmentación más de la izquierda, que ha aburrido ya a extraños, pero sobre todo, a propios. Habrá que ver de qué manera encaja su postura dentro del parlamento europeo que se avecina.

Y, prácticamente con la misma representación, aparece Alvise, con “Se acabó la Fiesta”. 

La prensa internacional ya habla de que los resultados en España suponen “un golpe al primer ministro socialista”. 

Y en la eurocámara, se verá el aumento de los partidos nacionalistas euroescépticos, que muy probablemente hagan valer sus mayorías para tumbar muchas de las políticas medioambientales y de guerra que se han mantenido hasta ahora. 

Está por ver el panorama en los próximos días. De momento, parece que Von der Leyen no será de nuevo presidenta de la Comisión. Podría ser una buena noticia en medio de este paisaje. 

Y quién sabe si veremos poner fin a las medidas de falso medioamientalismo, al totalitarismo de la industria farmacéutica y a las guerras. 

Europa está absolutamente desgastada y por eso, el voto ha exigido cambios. Por lo que se ve, se espera por buena parte de la población que sean radicales. 

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